Muy agradecido, realmente, de ver este oficio al que humildemente represento tener la difusión que se merece en publicaciones tan prestigiosas como Doce Notas. Simplemente agradecer a Gloria y Luis Francisco hacer esto posible. Os dejo en el siguiente enlace la entrevista, espero que os guste y la disfrutéis tanto como yo lo hice!
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Paco Chorobo nació y se crió en Úbeda, Jaén. Allí comenzó a tocar la guitarra a los 17 años, estudiando con grandes figuras de la guitarra flamenca como Tomatito, Dani de Morón, Moraito y Miguel Ángel Cortés.
Estudió Ingeniería Telemática en la Universidad de Jaén y Programación de ordenadores y Diseño Gráfico con IBM. Después de algunos años empleado en varias empresas del sector abandona su carrera como ingeniero para dedicarse a su verdadera pasión: la construcción de guitarras.
Primero en Granada y a partir de 2013 en su ciudad natal, abre su propio taller donde construye guitarras totalmente artesanales y diseñadas completamente a medida. Allí imparte también cursos individuales y presenciales en los que bajo su supervisión cualquiera puede construir su propia guitarra en 7 días. En la actualidad, compagina esta labor de luthier con la de guitarrista profesional y compositor de flamenco, especialmente para danza flamenca.
¿Podrías contarnos cómo y cuándo comenzaste tu andadura como constructor de guitarras? ¿Fue difícil tomar esa decisión? ¿Hubo algún hecho concreto que te hiciera decidirte?
Siempre he amado la guitarra, la música en general y he tenido debilidad por el arte y la artesanía. Poco después comencé a tocar la guitarra, a practicar mucho, a estudiar mucho,… Siempre me ha acompañado. Cuando terminé mis estudios de Ingeniería en Telemática comencé a trabajar pero seguía tocando y con el paso de los años empecé a estudiar acerca de maderas, métodos de construcción, historia del instrumento, botánica, acústica estructural y de recintos, química, barnices… me acostaba de madrugada. Sabía que quería construir al menos una guitarra y, cuando un compañero de trabajo me pidió que le aconsejara para elegir una guitarra flamenca, supe que era mi oportunidad. Le ofrecí hacérsela yo mismo, con un presupuesto muy pequeño, pero no se trataba de eso sino de empezar aquello para lo que llevaba preparándome tanto tiempo.
Y así empezó todo, dándome cuenta un día de que existía un oficio que reúne todo lo que me gusta, un oficio que me hace levantar cada día por pasión y no por obligación.
Aunque te consideras un guitarrero autodidacta, ¿has recibido algún tipo de formación o consejos por parte de algún maestro?
Es necesario empezar a investigar por tu cuenta para poder hacerte una idea de todo lo que hay que aprender para poder llegar a construir una guitarra. Pero por supuesto, hay que aprender de los que empezaron este camino mucho antes que nosotros. Yo he tenido la suerte de poder visitar los talleres de algunas de las figuras punteras de la construcción en la actualidad, como Rene Baarslag y Ana Espinosa, Antonio Marín, J.M. Fernández, Labella,… Aunque estrictamente hablando no he tenido un maestro, muchos de ellos me han ayudado a poder empezar y me han dado consejos muy valiosos. También tuve el honor de realizar un curso con Don Rafael López Porras y de conocer a Robert O´Brien, un luthier americano con quien he tenido el honor de colaborar grabando un DVD de construcción de guitarra flamenca.
¿Destacarías alguna influencia en tus trabajos? ¿Quiénes son tus referentes como constructor de guitarras flamencas o lo han sido cuando dabas tus primeros pasos?
Todos los nombres que he mencionado antes y muchos otros. A los maestros actuales los sigo a todos, y por supuesto he estudiado en detalle a todos los grandes nombres del pasado. Por ejemplo, el verano pasado estuve leyendo el libro de Romanillos acerca de Antonio de Torres y ahora que estoy trabajando en una guitarra clásica estoy disfrutando muchísimo de poder aplicar algunas de las técnicas que Torres utilizó.
¿Podrías decirnos algunas de las cualidades que definen a tus guitarras?
La clave está en un proceso totalmente artesanal en el que cuido especialmente la calidad del sonido. Soy muy exigente conmigo mismo y es uno de los aspectos en los que más me exijo, escogiendo siempre las mejores maderas, prestando atención al detalle más pequeño. Al fin y al cabo, un guitarrista profesional apuesta por mí para que construya la guitarra que le permita dar lo mejor de sí durante un concierto, esa es mi responsabilidad. Por otra parte, la estética. La guitarra es un instrumento precioso y me encanta poder sacar lo mejor de cada pieza. En este caso la variedad es una parte fundamental de la belleza de las guitarras y utilizo las mejores maderas, provenientes de todos los continentes.
Y, ¿qué tienen de especial tus guitarras?
Para lograr abrirte paso en el mundo de la guitarra tienes que destacar por algo: siempre he apostado por dos aspectos que considero clave. Primero aplicar la cultura de la excelencia a la guitarra y segundo dar la posibilidad al guitarrista de personalizar absolutamente “todas las piezas de la guitarra”. Va más allá del concepto de hacer la guitarra personalizada, es hacerla “a medida”. Unir esos dos conceptos permite obtener una pieza única en el mundo, que se adapta como un guante al guitarrista. Creo que por la combinación de ambas me buscan mis clientes, la libertad de seleccionar cada detalle, de crear la guitarra con la que siempre han soñado: busco un sonido antiguo, o un sonido moderno, quiero poner un perfil de perla de Abulón o incluir un grabado de Paco de Lucía… Y lo cierto es que poder crear un proyecto totalmente distinto con cada guitarra para mí es un regalo, una oportunidad para seguir aprendiendo. Además, por qué no decirlo, la oportunidad de tener una guitarra artesanal de concierto y con cada detalle elegido entre cliente y luthier por un precio menor del que se podría esperar.
¿Hay mercado para tus guitarras en España, o se hace imprescindible acudir al mercado internacional?
Estoy muy contento porque últimamente he recibido muchos encargos para España, tanto en Andalucía como en el resto de comunidades. Cuando empecé a construir guitarras, la mayoría de encargos procedían de otros países: Suiza, Irán, Nepal, China, Reino Unido,… Siempre es un honor que te elijan para construir tu guitarra desde puntos tan distintos. Ahora, las primeras guitarras que vendí en España han creado una especie de boca a boca, y cada vez más encargos son a nivel nacional. Ver que el interés por mis guitarras cada vez llega más desde guitarristas de España siempre es una alegría porque nuestro país es, sin duda, la prueba de fuego para un luthier.
Sabemos que en Japón hay una auténtica fiebre por el flamenco. ¿Qué papel juega Japón en el mercado de las guitarras artesanales, y más concretamente en la guitarra flamenca?
Japón, China,… Asia está demostrando una pasión enorme por nuestra cultura. En la guitarra flamenca se aprecia claramente, en dos ocasiones me han invitado a exponer allí mis guitarras. Son experiencias que te cambian, que te demuestran que la pasión por la guitarra española, tanto clásica como flamenca, va mucho más allá de nuestras fronteras. La primera vez fue hace tres años en Shanghai, el verano pasado en Hong Kong. Precisamente allí, un distribuidor decidió quedarse con una de las primeras guitarras clásicas que construí: una “Leona”, basada en la guitarra construida por Torres, uno de sus primeros instrumentos y todo un reto para mí. Es una gran satisfacción ver a los guitarristas que adquirieron mis guitarras estudiando horas y horas con ellas y llegando a dominar el instrumento. Por ejemplo, Wang Can, guitarrista de Beijing tiene dos de mis guitarras y se ha convertido en uno de los guitarristas flamencos con más proyección en China.
¿Cómo influye tu faceta como intérprete profesional a la hora de diseñar y construir una guitarra? ¿Y tu formación y experiencia como ingeniero?
Ser guitarrista es una ventaja importante. En primer lugar porque entiendo perfectamente qué esperan de una guitarra cuando me piden que suene “seca” o “apretá”, o “redonda” o “que cante bien por arriba”. Pero también porque sé la importancia de ciertos aspectos que resultan fundamentales en el escenario, me refiero por ejemplo, a la comodidad de un instrumento. El hecho de que mis guitarras se hagan a la medida de las manos de ese guitarrista en concreto y de su forma de tocar, es algo que marca la diferencia. Sé lo que un guitarrista espera de un instrumento con el que va a pasar 10 horas estudiando al día, porque yo he sido ese guitarrista también y he pasado por esa época. Todo ello al final se traduce en una mejor actuación cuando llega el momento del concierto.
En cuanto al hecho de ser ingeniero y haber trabajado como tal, siempre me ha llevado a buscar un porqué y a investigar cómo mejorar ciertos aspectos. Podría decirse que trato siempre de buscar la mejor manera de construir la mejor guitarra. Como profesional, todos los conocimientos suman.
¿Qué ha supuesto para ti que Robert O’Brien te eligiera como colaborador en el DVD que dedica a la construcción de guitarras flamencas? ¿Te ha abierto algunas puertas?
Siempre estaré agradecido a Robert O´Brien. Jamás hubiera imaginado recibir una llamada suya para proponerme venir a mi taller en Úbeda (Jaén) y grabar durante tres semanas un curso de construcción de guitarra flamenca. He seguido a Robert casi desde el principio, comprando sus cursos on-line, consultando dudas en sus foros,… Él era como un ídolo, y de repente era yo el protagonista de uno de sus cursos. La repercusión a nivel internacional fue aún mayor de lo que jamás hubiera esperado y el DVD ha sido un éxito vendiéndose en los cinco continentes. Además, a raíz de este DVD he recibido llamadas de personas interesadas en aprender a construir una guitarra bajo mi supervisión. Ya he impartido varios cursos en los que durante una semana una persona conoce todo el proceso de la construcción llevando a cabo cada uno de los pasos necesarios para convertir un juego de maderas en un instrumento. Sin duda, una sensación mágica poder ayudar a otra persona a crear un instrumento.
¿Qué opinas acerca de esta oleada de jóvenes constructores, entre los que te incluyes, que siendo prácticamente autodidactas, han decidido valientemente dedicarse al difícil y sacrificado mundo de la construcción de guitarras? ¿Tienes contacto con alguno de ellos?
Convertirse en luthier no es fácil, en mi familia ni mucho menos existía tradición de este oficio. Son las ganas de hacer un buen instrumento las que te arrastran, las que te hacen robar horas al sueño para poder estudiar más, experimentar, crear diseños siempre nuevos, etc. En mi caso, abandoné un contrato indefinido como ingeniero para poder dedicar todo el tiempo que necesitaba a la construcción de guitarras tras compaginar ambas cosas durante un tiempo. Hay una historia detrás de cada luthier que empieza desde cero. Me faltaría entrevista para poder nombrarte a toda la gente joven que admiro (no me quiero dejar ningún nombre que luego me regañan), gente que está haciendo un trabajo impresionante, que de verdad ama el oficio. Hay un ambiente muy bueno, como hacía décadas que no se veía en esta profesión. Nos seguimos, nos mantenemos en contacto y hay una admiración y respeto mutuo entre nosotros. Sabemos bien lo que nos ha costado, lo que nos está costando y lo que nos queda aún. Si yo pudiese, ¡tendría una guitarra de cada uno de ellos para mi colección!
Tras semanas de dedicación intensiva a la construcción de una guitarra, ¿qué sientes cuando el cliente entra en contacto con ella por primera vez? ¿Se va parte de ti en cada trabajo?
Es una experiencia agridulce. El primer contacto con el instrumento es muy especial para el guitarrista porque al fin y al cabo ha participado de cada parte del proceso decidiendo cada detalle, pidiendo y recibiendo fotografías casi diarias. Para esa persona, el momento de poder tocarla es el broche de oro a todo ese proceso. Por supuesto, también para mí es una satisfacción inmensa poder entregar una guitarra que cumple todas las expectativas de esa persona y ver cómo disfruta haciendo música con ella. Sin embargo, también la pena de dejarla ir, en muchas ocasiones para no poder verla de nuevo. Tras varias semanas cuidando cada detalle, conozco cada veta de la guitarra, cada dibujo de la madera. Yo no fabrico series ni modelos. Construyo cada guitarra, una a una, totalmente a mano y a medida. No hay dos iguales. A veces bromeo diciendo que ojalá pudiera quedármelas todas y ahorrarme ese mal trago. Al final lo que vale, lo que queda, es la satisfacción de haber dado lo mejor de mí.